¿Cuántos de nosotros no hemos temblado por lo menos una vez cuando nos indican que tendremos que resolver problemas matemáticos?, o peor aún, cuando nos piden pasar al frente de un grupo a elaborar algún ejercicio matemático.
Según mi experiencia docente la mayoría, pero no es un problema único a nivel grupal, sino a nivel mundial; desde pequeños, este sentir pánico ante una materia que provoca conflicto,nos conlleva a un bloqueo parcial o total, negándonos de igual forma a asimilar el aprendizaje.El miedo y la ansiedad ante las matemáticas es un hecho bastante común entre los escolares y es además uno de los factores más relevante del fracaso personal. La ansiedad es un causante de efectos negativos en el rendimiento matemático, existe una alta correlación negativa entre la ansiedad ante las matemáticas y las habilidades ante las mismas.
En la educación de adolescentes y adultos, el manejo este tipo de sentimientos no siempre es satisfactoriamente dominado y aunado a problemas personales, familiares o de trabajo, puede dimensionar de una manera irreal cierta apatía hacia la materia, generando una actitud no participativa en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Y la pregunta clave ¿por qué las matemáticas nos ocasionan ansiedad y miedo?, algunos autores (con los que coincido) señalan entre tantas razones las siguientes:
El tipo de tarea que suele proponerse: se podría incidir más en la comprensión de los conceptos y el significado de las tareas propuestas y no tanto en la exactitud -rapidez de la elaboración.La desvinculación de las matemáticas escolares de los problemas de la vida real: esto radica en que los símbolos y reglas formales se enseñan como si se trataran de convenciones arbitrarias y no como expresiones de regularidades y relaciones fundamentales entre cantidades y entidades físicas. Por lo tanto, el camino adecuado para superar este desajuste consistiría en tener presente en el aula el conocimiento intuitivo, es decir, las intuiciones matemáticas desarrolladas individualmente de manera informal y planteadas a partir de experiencias previas para poder asimilar el conocimiento.La separación existente entre aprendizaje y enseñanza, o, en otras palabras, la falta de información por parte del profesor de los conocimientos que poseen los educandos: El docente no solo se debe basar en el desarrollo curricular de la materia impartida, sino también el desarrollo conceptual del estudiante en áreas específicas de las matemáticas. Para ello es imprescindible un sólido conocimiento de las técnicas de intervención educativa, que permitan preparar convenientemente el contexto próximo de la lección, motivar siempre que sea necesario la labor constructiva del educando, respetando su autonomía y libertad, sugiriendo acertadamente la presencia de posibles errores con el fin de que el mismo se autocorrija y prosiga el procedimiento pertinente que le conduzca a la adquisición de los contenidos deseados.
La mecanización y memorización de pasos para resolver problemas matemáticos son meramente herramientas a emplear una vez analizado y comprendido el mismo, al igual que el plantear la forma de resolverlo.
El analizar, comprender y evaluar posibles procedimientos para solucionar el problema con la correcta guía del docente llevará al alumno a adquirir confianza y seguridad, logrando el primer paso hacia el control de los sentimientos conflictivos que les provocan las matemáticas.
Es indispensable el mantenimiento continuo de estas habilidades para conservarlas mediante la asignación de tareas por parte del profesor y motivar al educando a crear, buscar o investigar de manera autodidactica ejercicios que fomenten competencias participativas en grupo.
Asignar la total responsabilidad al profesor también sería un fatal error, la correlación entre padres, alumnos y docentes (según sea el caso), es necesaria por todas las partes involucradas para lograr el éxito.
Por último, siempre he reflexionado que si las matemáticas son un invento del hombre, podrán ser dominadas por el mismo, solo es cuestión de atreverse…
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